De aquella vez que fui a aoyama

Viajar siempre será una de las experiencias más vibrantes que puedes tener. Comer comida exótica, escuchar acentos vibrantes, distraerte en culturas que no conoces, aprender. Es algo que como turista siempre será deseado, pero no es lo mismo cuando viajas por trabajo. La adrenalina que comienzas a experimentar cuando viajas por trabajo tiene más que ver con la necesidad de aprovechar el día y  el lugar que otra cosa.

El tiempo para dormir es reducido, hay que prestar atención al trabajo, conocer personas, sacar provecho, entonces ¿Cómo haces turismo? Estirando las horas, tanto que los mejores momentos siempre serán nocturnos.

Visité Aoyama, un distrito de Tokyo que estaba justamente dónde mi reunión de trabajo ocurría todos los días. Uno de los sitios que más resonaban en mi cabeza, puesto un animé que amé mucho dedicó un episodio a este lugar “de moda”. Entramos a un sitio que se sintió en casa, uno de esos espacios con food trucks, así muy global.

Pero no, no era global, era comida de Japón, aunque hubiese una hamburguesa, o unas papitas, no era simplemente una comida rápida. Y por supuesto, cervezas artesanales, eso nunca puede faltar.

¿Qué fue lo que más me gustó? Pues las gyosas, las mejores que he comido en mi vida. Estaban rellenas de jengibre, cubiertas con jengibre y todavía, quiero repetirlas. He intentado adivinar qué contenían pero, simplemente no he logrado replicarlas. Ando a la búsqueda de disfrutarlas nuevamente, preferiblemente en Aoyama.

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Una publicación compartida por Susana Nexans (@suanex)